Hola! Hoy les quiero contar de una festividad muy hermosa que se aproxima Considerada el año nuevo celta, es una de las festividades más importantes y se celebraba del 31 de octubre al 1ro de noviembre. El sentimiento que unía era la comunión de ancestros y espíritus a nuestro plano, es la época en la que los velos se corren.
Con la incursión del cristianismo se tradujo el 1ro de noviembre como el Día de los Muertos (víspera del Día de Todos los Santos) y el Halloween el 31 de octubre, también conocido como Noche de Brujas, relacionado con lo satánico, aunque bien sabemos que celtas y wiccas no creemos en el diablo (esto es otra cristianización).
Y les puedo seguir contando, pero lo que me lleva a compartirles estas festividades, sean de la religión que sean, es cómo lo llevamos a nuestro sentir (si así lo desean).
Al basarse en algo sensorial, es un buen momento para conectarnos con los que no están. Los más arriesgados pueden hacer una sesión espiritista (mi abuela era muy genia haciéndolas) para conectarnos con ellos escuchando sus mensajes. Es importante que quien vaya a hacerla sepa de círculos de protección y la seriedad que conlleva. Lo aclaro porque en Internet leo muchos «rituales» que atraen situaciones no deseadas y es por no ser guiados con conocimiento. No es un juego.
Otra manera es, tal vez, hacer la comida favorita y compartirla con los seres que sí estamos presentes, compartiendo vivencias de ese ser, siendo conscientes que este velo hace que la ausencia no sea tan dura. Saber que tal vez nos miran, nos guían por mensajes que reconocemos o nos hablan en sueños.
Conectarse con el otro lado del velo habla de nuestra historia, de dónde venimos y quiénes eran nuestros ancestros; tal vez esto nos ayude a entendernos a nosotros mismos, para resolver cosas de ellos que traigamos enraizadas y por supuesto, una vela siempre ayuda a dar luz a esas sombras, que son parte nuestra y al abrazarlas nos hacen más fuertes.
Son días especiales, para armar círculo de brujas, matear y compartir hechizos 😉